Osmio
El osmio, al igual que otros metales como el platino, es activo catalíticamente. El tetróxido de osmio se emplea como reactivo orgánico y colorante para observar tejidos al microscopio. Las aleaciones de osmio con rodio, rutenio, iridio o platino se utilizan en plumines de estilográficas, puntas de compases, agujas fonográficas, contactos eléctricos y pivotes de instrumentos, debido a su extrema dureza y resistencia a la corrosión.
La química del osmio es muy complicada por las muchas valencias exhibidas por el elemento y la tendencia de cada una de ellas a formar muchos iones complejos. El osmio es un metal muy duro y sus aleaciones son de gran resistencia. El osmio puro y las aleaciones en que predomina no se pueden trabajar, por lo que deben emplearse en forma fundida o mediante metalurgia de polvos.
No se ha encontrado información relativa a los efectos del osmio sobre el medio ambiente. Sin embargo, se espera que su ecotoxicidad sea muy baja debido a su fuerza como oxidante, lo que le hace ser fácilmente convertido en su dióxido, una forma del metal que es razonablemente inocua.
El tetróxido de osmio, OsO4, es altamente tóxico. Concentraciones en el aire tan bajas como 10-7 g/m3 pueden provocar congestión pulmonar, daños cutáneos, y graves daños oculares. El óxido, en particular, debe ser manejado solamente por químicos debidamente cualificados.
El tetróxido de osmio puede ser absorbido en el cuerpo por inhalación de su vapor, inhalación de su aerosol e ingestión.
